Vida corta del color azul
La razón es que, sorprendentemente, el color azul en una luz PHOLED tiene una vida útil mucho más corta que el verde y el rojo. Ya en 2008, el grupo de investigación liderado por Stephen Forrest, profesor de Ingeniería en la Universidad de Michigan, descubrió por qué la luz azul daba tantos problemas. Esto se debía a que requería una gran cantidad de energía para incrementar su brillo y esta concentración energética en una molécula se combina con la más próxima y da lugar a la ruptura de una de las dos. Ahora, los investigadores han descubierto cómo acabar con esa terrible sinergia y conseguir que la luz azul de una pantalla también sea, como la roja y la verde, de tipo PHOLED y con ello el gasto de energía de las pantallas bajará de forma significativa. La consecuencia, la batería durará mucho más.
La clave reside en que la luz del diodo se genera en una zona comprendida entre dos capas –una con electrones y otra con agujeros- cuando en ese espacio lleno de moléculas luminosas se encuentran –se alinean- el electrón y el agujero. Pero el problema surge porque cuando están uniformemente repartidas estas moléculas luminosas éstas tienden a acumularse en la capa que porta los electrones y eso es lo que daña el diodo. Los investigadores descubrieron que sólo con redistribuir las moléculas y hacer que se aproximen a la capa de los agujeros conductores la vida útil de la luz se triplicó. Aún más, si se divide a la mitad la concentración de moléculas en cada capa del “sándwich” ya hablamos de multiplicar por 10 la duración de la misma. Así describe el proceso uno de los autores de la investigación Jeasang Lee, quien en declaraciones a EFE Futuro afirma que “el relevo de la actual luz azul fluorescente por las PHOLED se va a acelerar porque muchas compañías de renombre –como Universal Display Corporation, que trabaja en nuestro estudio- están desarrollando fósforos azules decentes y nuestro método puede ser aplicado a muchas combinaciones de materiales. Estas luces son eficientes y coste-efectivas”.
Transistores
Por otra parte, otra vía para reducir el consumo de energía de los dispositivos electrónicos es actuar sobre los transistores, una pieza clave en cualquier circuito eléctrico. El objetivo sigue siendo el mismo: que el móvil no muera después de unas cuantas horas de uso intensivo. Investigadores de la Universidad de Texas en Dallas (EEUU) han añadido en este caso una fina película atómica al transistor. Ésta actúa como un filtro para la energía que pasa a través de ella a temperatura ambiente. La señal resultante es seis o siete veces más inclinada y abrupta que la que sale de los dispositivos tradicionales y eso significa que necesita menos voltaje. En una explicación sencilla, lo que han logrado es que cada electrón se refrigere a sí mismo y tengamos la misma señal a temperatura ambiente que otro transistor convencional refrigerado a temperaturas de -196 grados centígrados. Este hallazgo, que puede revolucionar la industria de los semiconductores, ya que reduce el voltaje de cualquier operación que realiza nuestro móvil o tableta, lo que implica la posibilidad también de crear dispositivos cada vez más pequeños (o meter más tecnología en nuestro teléfono actual).
Para uno de los padres de esta tecnología, Jiyoung Kim, “el reto de la duración de la batería pasa por actuar sobre tres aspectos: mejorar la capacidad de la propia batería, conseguir generar energía en el dispositivo directamente del sol, del movimiento o de la temperatura exterior y por último, reducir la energía requerida para una operación. Ahí es donde se enmarca nuestra investigación. Esto ha sido una prueba de laboratorio, pero esperamos que en un horizonte del año 2020 esta tecnología pueda llegar al mercado. Todavía queda desarrollo por delante para su implementación”, asegura Kim a EFE Futuro.